domingo, 12 de febrero de 2012

Amor, Sufrimiento y Odio (IV)

Cuando llegamos, nos hicieron pasar a una habitación oscura, parecía un cementerio, dentro, todo era calma, el silencio reinaba en esa oscura cambra, hasta que..., unos lloriqueos, surgieron inmediatamente, era mi madre, y la de la camilla, mi hermana.

Sólo se oían las lágrimas, deslizándose por mi rostro, parecía haber caído dentro de un agujero negro.
No, no era posible, mi hermana no era esa, mi hermana estaba con sus amigas, ella no tendría que estar ahí, pero por desgracia, lo está.
Me iba tirando cada vez más hacia atrás, buscando, algo en que sujetarme, no encontraba nada, era el mismísimo infierno, no, eso no era la realidad, eso solamente era una pesadilla.
Mi madre, estaba destrozada, sus débiles piernas, no aguantaron más, hasta dejarla tirada en un rincón del suelo, no podía creer lo que estaba viendo.

Y pensar, que hace dos días, le dije a mi hermana cosas inapropiadas, y recordar, que ella nunca volverá estar a tu lado, y reflexionar, porqué lo hiciste, porqué la trataste de esa manera, sabiendo, que ella, sería tu única salvación, tú única esperanza, tu único ángel.

Pasaban las horas y los minutos, familiares venían y familiares se iban, estábamos agotados, necesitábamos dormir, nuestros cuerpos, no aguantaban, eran débiles.
Quisiera estar yo, en el lugar de mi hermana, ella tenía que vivir, era mayor, pero, aun le quedaban muchas cosas que disfrutar y descubrir.

- ¿Mamá, y si no sobrevive?¿Y si, nunca la volvemos a ver?
- Cariño, tu hermana es fuerte, y creo en ella, sé que sobrevivirá. No perdamos las esperanzas.
- No la tendríamos que haber dejado irse... sabía, que algo sucedería.
- No es tu culpa, papá. Es el destino, la vida, a veces, puede llegar a ser muy puta, lo sabes.
- El destino, el destino..., ¿que chorradas son esas? No existe el destino, nosotros lo creamos.

Y de pronto, lo vi, venía hacia mí, pero, ¿porqué?
- ¿Cómo estás? Ya me he enterado de lo que ha sucedido..
- No estoy bien, creo que esta situación, no es para alegrarse.
- Lo sé, te entiendo.
- No, no me puedes entender, tu no sabes lo que estoy sufriendo, tu no sabes, lo que siento, la culpa, me invade el cuerpo.

De repente, me vi rodeada por sus brazos, sus besos y sus acaricias, y de sus labios, salieron dos frases;
-Te amo.

Yo, lloré mucho más, lo abracé tan fuerte, que hasta me hacía daño a mi misma.


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