Amor, Sufrimiento, y Odio (III)

- Mamá, que hay para cenar?
- Spaguethis con tomate, y para segundo carne rebozada.
- Mamá, ayer también comimos lo mismo, no podemos variar?
- Hija, no nos podemos permitir algunas cosas, y durante una semana, tendremos que comer lo mismo, pero te prometo, que cuando tengamos más dinero, nos iremos todos a un restaurante, donde podamos gozar de la comida, de acuerdo?
- Vale...
- Y ahora, ayúdame a poner la mesa, que yo sola, no puedo hacerlo todo.

Cuando ya estábamos todos sentados, rodeando la mesa, alguien llamó a la puerta, me levanté, y abrí corriendo.
No me lo podía creer, era él, él, estaba ahí, delante de mi puerta, con su preciosa sonrisa.

-¡Hola!
- Ho..ho..hola, ¿ que haces aquí?
- Esta mañana, se te había caído el pañuelo, y me lo puse en la mochila, para dártelo, pero no me acordé hasta ahora, espero que no haya interrumpido nada.
- Tss que va, tranquilo.
- Bueno, toma, aquí tienes, yo ya me voy...
- Adiós, ah y por cierto gracias.

Cerré la puerta, dejé el pañuelo, y disimuladamente, miré por la ventana, lo vi marcharse lejos, y en un instante, despareció. Estaba FELIZ.

-¿ Y, ese chico?
- Papá, solo somos amigos, nada más.
- Lo que tu digas, cariño, creo que es más que un amigo, y ya sabes, que pienso de eso.
- Papá, joder, que sólo somos buenos amigos, y además, yo nunca tendré novio, seré soltera.
- No digas tacos.

Mi hermana, que me miraba con cara de curiosa, lo quiso saber todo, de principio a fin. Y yo, por supuesto, negué todo rotundamente, y le dije, que era una chafardera, y que no se volviera a meter nunca más en mi vida, que me dejara en paz.

Dos días más tarde, llamaron a casa. Mamá, cogió el teléfono;
-¿Si?
- ¿Es usted doña Carmen Gutiérrez?
- Sí, soy yo.
- Me temo, que su hija, ha sufrido un terrible accidente, necesitamos que venga para afirmarlo.

Colgó el teléfono, y nos miró a los dos, llorando.

-¿Que sucede mamá?
- Era la policía, dicen, que tu hermana está en el hospital, aún no lo saben...

Mi corazón se paró...