domingo, 6 de octubre de 2013

Let me die with your eyes.





El silencio eran palabras para los dos. Ella callaba y miraba. Él miraba y callaba. No habían palabras, no eran necesarias. En todo ese tiempo solo se escuchaba el ruido del tránsito. Ni rastro de los movimientos de la boca o de la lengua. No se habían dedicado ni una placentera sonrisa, de esas que hacen que se pare el mundo o que te fijes en la perfecta curva que se forma. Nada. Solo miradas infinitas, de deseos. Deseos silenciosos, palabras sin palabras. "Una imagen vale más que mil palabras", ellos dos lo estaban haciendo. La misma imagen de cada día decía más que cualquier letra o frase, estaban llenas de críticas, de amor, de odio. Solo tenían que abrir un poco los labios, formar una línea y pronunciar algo.
Pero ellos se besaban con los ojos, se querían con las pupilas y se quejaban con las miradas. Para ellos era perfecto, un mundo irreal.
Pero todo dura siempre un poco más de lo que debería. Entre tanta perfección, el tiempo era como un marcapasos gigante. No se dieron cuenta de que había pasado volando como una bala al disparar.
Tenían la vista ya cansada, con ganas de cerrar los ojos y relajarse. Sentir que no pertenecen a este mundo. Deseaban por una vez sentir la amargura y el cansancio de tener los ojos en negro, sin ver nada. Solo oír la respiración del otro.
Había pasado ya tanto tiempo que la piel estaba arrugada y el pelo blanco. Las piernas flaqueaban a cada segundo, pero se sostenían derechas, aguantando otra m
irada más. Para ellos el mundo ya se estaba terminando y todo era luz.
Antes de dejar caer los párpados se hicieron una mirada más, intensa, significativa. En ella había todo el orgullo, la moral, el sentimiento, las sonrisas y las lágrimas de ambos.
Antes de ver un puntito negro se cruzaron las miradas por última vez. Esta vez los ojos eran más blancos de lo habitual y brillaban más que nunca.

Antes de que la retina ya no viera nada más, se despidieron con un beso. Un beso de miradas.



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