sábado, 16 de junio de 2012

AMOR ASESINADO (II)

Tres de la noche. Mi cabeza no podía quitar las imágenes del trágico momento. No podia dormir. Pesadillas. Sudor. En esa habitación hacia demasiado calor. Mosquitos que entraban y salian de la ventana. A fuera, en la calle, chicos y chicas gritando como si no hubiera mañana. Se oían carcajadas. Parecían felices, pero solamente con la botella en la mano.

Decidí levantarme, y sentarme en la ventana, a ver las estrellas y el ambiente de la calle. Podía ver la ciudad entera. LLena de luces. Brillando. Era muy bonito, y a la vez romántico. Podía oler el perfume de el. Podía verlo. Podía sentirlo. Pero ya no estaba. Un fantasma, sin vida propia. Sin alma. Sin corazón. Sin sentimientos.

Ojalá el estuviera ahora mismo aquí a mi lado. Quería abrazarlo, mimarlo, besarlo, morderlo. Por que se ha tenido que ir.

Había mucho tránsito.Discotecas con la musica a todo trapo.Ambiente salvaje. Ambiente de amor. Ambiente de locuras. Ambiente de vivir la vida al máximo.

Por suerte la noche ya ha pasado. Tan sólo he podido dormir dos horas. Hoy, espero que sea un nuevo día. Que todo el mal de ayer, solo fuera una pesadilla, y que nada hubiese sucedido. Pero no era así. Había sucedido. El destino me lo arrebató, y nadie lo podría cambiar, ni el mismísimo Sr. Diós.

Cogí un taxi dirección Los Angeles. Quería dispersarme un poco del mundo.Perderme un poco. Pensar. Reflexionar. 100 km de San Bernardino. Largo trayecto. Mucho dinero.

Cinco de la tarde. Le dí todo el dinero que tenía al taxista. Bueno, no todo, aun tenía 100 dólares.
Que preciosa ciudad. Estaba enamorada desde pequeña. Deseaba ir a vivir allí. Pero nací en otra ciudad. Que lástima. Hacía frío, pero por suerte llevaba un abrigo encima. Me lo puse, y seguí andando. El cielo estaba nublado. Parecía que iba a llover. Nubes grandes, algunas parecían personas. Sí, un poco raro. Encontrarle formas. Pero era para hacer algo. Para olvidar un poco el mundo humano, e irme a otro de nuevo.

Gente paseando felizmente. Chicas sonrojadas. Chicos intentando ligar. Familias paseando alegramente. Parecía todo perfecto. A lo mejor ellos no tenían problemas, quien sabe. No tenían de que preocuparse, solamente de vivir la vida y ya. Hacía viento, mi pelo, cada segundo tapaba mi rostro, mis ojos llorosos, mi nariz, me acariciaba suavemente los labios.

Tán solo las seis de la tarde. Había pasado una hora desde que llegué. Que lento pasa el tiempo. Y que rápido se van a los que amas. No quería volver a casa. Aún no. Quería quedarme un poco más. Quería disfrutar más de aquella bonita ciudad. Cuando estoy triste, siempre voy a Los Angeles, por que sé que ahí, mi tristeza se va.

Dando vueltas, andando tranquilamente. Paseando por las calles de una enorme belleza. Mirando los altos rascacielos. Viendo letreros.

Llegué a un callejón. Quise adentrarme para ver lo que había. Pero hubiese preferido no haberlo hecho. Muchos mendigos. Niños huérfanos. Mucha pobreza. Olía fatal. En resumidas palabras, una mierda. ¿Por que el mundo es tan injusto? Unos llenos de riquezas, coches, tias, fama a no más poder.. y otros, viviendo en la calle, intentando sobrevir a la espècie humana, o más bien dicho, a la èspecie cruel.

Encontré a un niñito bellísimo. Moreno, ojos verdes. Debía tener tan sólo cinco años. En sus ojos, se podía ver tristeza. Se reflejaba su oscuro pasado. No tenía padres. No tenía nada. En mi bolsillo derecho, había un bollo de chocolate que me lo había comprado por si me entraba hambre. Lo abrí, y se lo día al chico. El, se me quedó mirando,entristecido pero feliz. Hoy, tendría algo para comer. Lo cogió, y con voz sensible y llorosa, me dijo "Gracias", y se lo empezó a comer, y en un plis-plas, ya se lo había zampado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario